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martes, 5 de abril de 2011

Pequeña reflexión sobre Arnold


Un par de noches atrás me encontré viendo por primera vez en mucho tiempo "Hey Arnold!", dibujo que solía ver hace unos siete u ocho años con mayor frecuencia, pero no con mayor entusiasmo. Aquéllos dos episodios que vi me ayudaron a por fin cerrar una idea que siempre rondó en mi cabeza sobre el programa. He sostenido durante algún tiempo mi hipótesis de que "Hey Arnold!" era diferente a sus contemporáneos y en general a todas esas caricaturas destinadas a un público pre-pubescente, pero que en éste caso al menos, nostálgicos como yo pueden disfrutarlo de igual manera. ¿Por qué es Arnold diferente a los demás entonces? Pues para empezar, presentaba situaciones y personajes que a menudo no cuadraban dentro de los estándares de una tira de Nickelodeon o Cartoon Network. Muchos de los personajes de Arnold provenían de familias disfuncinoales, y a menudo vivían desventuras acordes al salvaje mundo real en el que vivimos. Dentro de estas desventuras puedo recordar robos, discriminaciones, abusos psicológicos y a veces el escarnio de sus pares. Sin ir más lejos, estoy seguro de que Arnold era el único programa donde los episodios no terminaban tan bien como uno desearía, y eso era lo genial que tenía, que respetaba las leyes de la realidad dónde no todo es un cuento de hadas que se resolverá de la manera que queremos. Era recurrente que Arnold y sus amigos pasaran por diversos tormentos para al final no obtener ninguna recompensa a cambio, sólo porque en la ciudad donde vivían nada te asegura la redención. Los personajes de Arnold caminaban la noche, y no temían hacerlo. Y muchas veces cayeron, algunos sin poder levantarse, y era ahí donde se le mostraba al televidente de la forma más cruda que la vida no es todo color de rosa y que los finales felices tienden a ser esquivos. Si bien en otros shows del estilo podía haber personajes débiles moralmente, por lo general al final se reponían y volvían a la senda del bien, siempre aprendiendo una lección. En el caso de Arnold no era así. No nos olvidemos del Sr. Kokoshka, un vago, vividor y analfabeto, al cual Arnold intentó ayudar en un episodio encontrándole un empleo, sólo para que su buena fe fuera abusada por este hombre que al final de cuentas no cambia y continúa siendo un holgazán como al principio. Entonces es cuando llegamos al personaje de Arnold, protagonista absoulto del dibujo animado. A lo largo de toda la serie es el más centrado, y el que responde a sus obligaciones morales, sin importar si ello le beneficia o no. Suele haber episodios donde su bondad se ve tentada a pasar al otro lado, pero si había una constante en la tira era que Arnold no daría su brazo a torcer. Son estas razones las que me hacen pensar que con "Hey Arnold!" pudimos presenciar algo diferente, algo que no todas las caricaturas tenían para ofrecernos, y eso era un puñado de realidad para un público que a partir de ese momento comenzó a desconfiar y finalmente aceptó que los cuentos de hadas no existen.

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